A través de este impactante artículo publicado en el periódico digital La Haine, al que está suscrito Pólvora en la calle, descubrimos asombrosas semejanzas con nuestro proceso bolivariano, en el que la antigua izquierda ultrosa y come-candela, al convertirse en gobierno, repite exactamente los mismos vicios que sus adversarios de ayer. Este artículo le sirva, pues, de reflexión a los nuevos burócratas y recién aspirantes. Le sirva también de advertencia a los hermanos colombianos, que, ojalá, consigan la paz tan anhelada y construyan una nueva institucionalidad en la que la nueva izquierda no vaya a reproducir los mismos vicios de todas las revoluciones anteriores (nota de Pólvora en la calle).
Según el periódico Colatino (cercano al FMLN), varios sindicatos exigieron la liberación de 42 empleados de la empresa de seguridad Wachenhut, quienes fueron encarcelados por pedir la contratación colectiva.
La madrugada del domingo, a pedido de la patronal, la Policía
Nacional Civil (PNC) capturó a esas personas, miembros del Sindicato de
Empleados de las Agencias de Seguridad Privada. Los empleados se
encontraban hacía unas horas dentro de las instalaciones de la empresa
Wachenhut como medida de presión para negociar la contratación colectiva
y el cumplimiento de los derechos laborales, cuando agentes de la PNC
los capturaron acusándolos de "usurpar la empresa."
Días antes, los empleados de seguridad habían entregado las armas, a
fin de protestar de forma pacífica, por el cumplimiento de sus derechos.
"Nos sorprende esta acción porque habíamos solicitado la intervención
del Ministerio de Trabajo a efectos de que se instara a las partes a la
negociación", aseguró el sindicalista. Pero pasados esos días, el
Ministerio, dirigido por Humberto Centeno -uno de los comandantes
históricos del FMLN- no dio señales de vida. Al igual que en varios
otros conflictos laborales, especialmente en las maquilas, el ministerio
de Trabajo o no actúa, o actúa a favor de la patronal.
El fiscal pidió detención provisional acusándolos de “desórdenes
públicos agravados en perjuicio de la Paz Pública”, dado que la policía
se presentó a las instalaciones de la empresa y constató que “había
personas con pancartas”. Los sindicalistas demandan la generación de
empleos decentes con igualdad de derechos, sobre todo para los jóvenes,
quienes en muchas ocasiones reciben sueldos “diferenciados” (eufemismo
que significa "menores que el salario básico", exiguos 208 dólares al
mes) por no tener experiencia laboral.
"Muchas veces los jóvenes son los más vulnerados porque les exigen
hacer jornadas atenuantes diferenciadas, sin reconocimiento
extraordinario, por eso estamos exigiendo una mejor calidad de
trabajos", reiteró el sindicalista. Lo de "jornadas atenuantes
diferenciadas" es otro eufemismo que significa que trabajan 24 horas
corridas y tienen 24 de descanso, durante todo el mes. Por lo tanto, en
lugar de trabajar las 176 horas mensuales establecidas por ley (44 horas
semanales) trabajan 360 horas mensuales, sin cobrar horas extras ni
tener días de descanso.
Más papistas que el papa
Los famosos acuerdos de paz al final de la guerra no fueron acuerdos
de paz, sino la negociación de una serie de puntos necesarios para
terminar con la guerra y establecer estructuras políticas para que los
comandantes y altos jefes del FMLN obtuvieran un lugarcito en el aparato
estatal. Cosa que antes de la guerra no tenían: la oligarquía
cafetalera y el Ejército acaparaban todas las posibilidades de ascenso
social. El fin de la guerra militar no supuso el fin dela guerra de
clases, porque esto no fue lo que se negoció. Los acuerdos políticos
produjeron efectivamente el fin de la guerra pero no abordaron el
conflicto social, económico y político que fue lo que generó la guerra.
Pero hay algo más grave, porque todos estuvieron de acuerdo en
renunciar a la posguerra: de una guerra sangrienta que duró 20 años, se
pasó de inmediato a algo que se llamó paz, sin pasar por una etapa que
pudiera reparar y reconstruir el tejido social destruido. La paz,
entonces, aparece como una tabla de Moisés, escrita en letras de oro,
intocable, que pasa a funcionar como adormecedora de la combatividad del
pueblo. En todos los discursos, tanto de la derecha como del FMLN, la
ponen como una conquista de la guerra, que es necesario cuidar y
preservar, no protestando, no reclamando, porque, en caso contrario,
podría regresar la guerra. Este diseño tenía un claro contenido
electoral para los partidos de derecha pero también para el nuevo
partido FMLN, el que había sucedido al FMLN guerrillero, muerto incluso
antes de que se firmaran los acuerdos.
Como dice el analista Dagoberto Gutiérrez, la sola palabra guerra
desaparece del lenguaje político y la palabra paz pasa a ser la red más
conveniente para la captura de votos. En realidad se estaban sentando
las bases para que la guerra civil, que terminó como negociación, se
convirtiera durante 20 años en la actual guerra social que estremece a
la sociedad.
Además de no hablar de guerra, tanto los ex-comandantes como los
cuadros medios del FMLN se niegan a hablar de clases. Parece que hubiera
una consigna no escrita pero metida profundamente en el cerebro de la
militancia: las clases no existen, somos todos salvadoreños, unos malos
-los de Arena- y otros buenos -el partido FMLN-; unos empresarios y
otros trabajadores; unos de buen pasar y otros carenciados. Pero lo que
no hay son ricos y pobres (...)
Para leer el artículo en su integralidad,
remítase a: http://www.lahaine.org/index.php?p=64591
remítase a: http://www.lahaine.org/index.php?p=64591
Significativa fotografía del Presidente de la República
de El Salvador, Mauricio Funes,
elegido en 2009 con el apoyo del FMLN
(antigua guerrilla anti-imperialista salvadoreña),
en una actitud muy "complaciente"
con el Presidente de EEUU, Barack Obama.
Recordemos que Funes, tras haber llegado al poder
con los votos del electorado del FMLN,
se distanció rápidamente
de este partido y de sus bases.
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