Francia tenía 17
largos años de gobiernos conservadores, brecha que se rompió el día 6 de mayo de 2012 con el triunfo
del candidato del Partido Socialista francés, François Hollande, un hombre
simple, sin gracia, cuyos discursos no transmiten vitalidad, lo que demuestra
que el pueblo francés votó por su programa político. No ganó un payaso como Nicolás
Sarkozy, ganó un discurso político. No ganó un discurso carismático, no fue una
victoria contundente ni en la primera vuelta ni en la segunda; la mayoría de los votantes de la
candidata del Frente Nacional, Marine Le Pen (ultraderechista y neo-nazi),
tercera fuerza política de este país, votó por Sarkozy y un tanto por ciento,
al parecer muy pequeño, votó por François Hollande. Cabe resaltar que Jacques
Chirac le ganó la presidencia a Le Pen (2002-2007) porque el temor generado en el país por el
programa de Le Pen motivó a que todas las formaciones de izquierda, centro y
derecha moderada solicitaran, en aquel entonces, el voto para Chirac. La ultraderechista del Frente Nacional, Marine Le Pen, ha capitalizado parte de la juventud
francesa, jóvenes perdidos a quienes nadie orienta y de los que se aprovechan
los neo-nazis para sumar en sus filas. Hay que tener cuidado, en ese país y en
el nuestro, en abordar esta debilidad. Toda la segunda vuelta de estas
elecciones se basó en ganar los votos de esta tercera fuerza política en
Francia, panorama no muy favorable para el que tomará la presidencia el martes
15 de mayo.
El emporio
económico ya esta presionando a François Hollande, quien tendrá que ganar la
mayoría en la Asamblea Nacional en la tercera vuelta, ya que de nada le vale
haber ganado el Ejecutivo si no tiene la mayoría en el Legislativo. Las
trasnacionales estadounidenses e israelíes, esos mercados invisibles y
omnipotentes que presionan y revientan presidentes de los países que no practican
la genuflexión, ya están atacando a François Hollande para que no lleve a cabo
esas alternativas moderadas de izquierda
verdadera, que éste ofreció
en su discurso de campaña, ya que
no les conviene que la izquierda
tome fuerza en el continente europeo*. De todos es sabido que Europa
pertenece a EEUU y a los Israelitas, o sea al Mercado, a ese uno por ciento que tiene toda la riqueza
del mundo. Es difícil que Francia
cambie, pero con este triunfo escuálido de la izquierda se abre un poquito de
esperanza para nuestro planeta.
* Es necesario precisar que
parte del electorado de François Hollande era el que votó por la opción de
izquierda radical, la que se reunió bajo la candidatura de Jean-Luc Mélenchon y
que logró obtener 11 % de los votos en la primera vuelta. También es importante
precisar que Hollande no es realmente lo que pudiera llamarse un socialista: su
partido, social-demócrata, está adscrito a la Internacional Socialista, a la
que también pertenecen partidos como… ¡Acción Democrática, en Venezuela! El
Partido Socialista francés es el que defendió a capa y espada la pertenencia de
Francia al proyecto neo-liberal de la Unión Europea, responsable del actual
descalabro social europeo; es el partido que, el año pasado, tenía como su candidato
presidencial más seguro al entonces Director General del Fondo Monetario
Internacional, Dominique Strauss-Kahn; también es el partido que participó
activamente en la primera invasión a Irak en 1991 y en el genocidio del pueblo
irakí, bajo la tutela de Estados Unidos; sin olvidar que, además, fue un
partido que promovió, al igual que la derecha francesa, leyes contra los inmigrantes.
Y pare usted de contar…
Editado por: Herlinda Gutiérrez y Samuel Bravo.
Caricatura: Sarkozy, el perrito faldero de los gringos
(Samuel Bravo)
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