viernes, 15 de junio de 2012

¡Mosca con las restitución de las juntas parroquiales!


¡A conformar nuestros gobiernos 
parroquiales autónomos!

Por: equipo editorial

Nuestras instituciones, así como el mismísimo partido de gobierno, viven actualmente su crisis política más severa desde 1999; una crisis que toma sus raíces en la mala administración de los recursos públicos, la corrupción y el autoritarismo y que se traduce por un altísimo nivel de descontento y de desmoralización por parte de amplias franjas de la población. Estas consecuencias representan el caldo de cultivo para cualquier tipo de manipulación política por parte de factores sociales oportunistas: fascistas (rojos y azules), delincuencia organizada, partidos de derecha, cogollos corruptos o fundamentalismos religiosos. Pero este colosal descontento también permite que surjan alternativas sociales y políticas que beneficien al colectivo. Una de ellas es la construcción de gobiernos parroquiales autónomos.

Es un hecho comprobado y compartido por una gran parte de nuestra población de que la vieja institucionalidad, intacta bajo la Va República (e incluso reforzada), no permite realizar lo que viene anunciando nuestro Presidente Chávez desde hace 13 años: la transferencia del poder al pueblo. Nuestra institucionalidad es cada vez más burocrática, excluyente y autoritaria, y nuestros funcionarios son cada vez más ineficientes y corruptos. Por lo tanto, hay que crear algo nuevo. Es hora de crear un nuevo poder, contrapuesto al poder existente, al poder constituido. Es esta nueva organización social la que debe salir de nuestras fials, de las filas de las comunidades. 
Y en primer término, lo que debe ser transformado, en nuestras ciudades, es la estructura del poder político dentro de la parroquia que, después del barrio, del bloque o de la cuadra, representa la unidad urbana más pequeña. Es decir, debemos crear un órgano de gobierno de proximidad mediante el cual podamos ejercer nuestro poder real, como colectivo, en función de decisiones concensuadas y de nuestras reales necesidades. ¿Cuales son las características de este nuevo poder que debemos crear? Debe ser propio, autónomo, es decir no depender del poder estatal ni responder a intereses ajenos a los de la mayoría. También debe ser horizontal, y no piramidal ni jerárquico, para poder ser democrático. Además, debe ejercerse mediante un gobierno de porximidad y, por lo tanto, ser itinerante, pues no todos los habitantes de una parroquia se concentran en un solo punto geográfico. Debe ser incluyente, es decir integrar toda la diversidad de tendencias, visiones, actividades de la población y organizaciones en esta localidad: trabajadores, indigentes, delincuentes, jóvenes, estudiantes, amas de casa, consejos comunales, grupos culturales, comités de tierra, etc. Y, finalmente, debe ser transparente, es decir contar con un órgano de control permanente. Este nuevo órgano de poder local lo podemos llamar auto-gobierno parroquial, o junta de auto-gobierno parroquial o como lo llamemos. Lo cierto es que él es quien deberá dictar la política general de la localidad en todas las áreas de la vida pública (programa general de gobierno y planes de ejecución de este programa: proyectos, diagnósticos, prioridades, etc). No habrá ninguna institución que esté por encima de este auto-gobierno parroquial (siempre y cuando esté conforme con nuestra Constitución).

La emergencia de empezar a construir este nuevo poder se justifica por cuanto se hace cada vez más insistente la información según la cual serán restituidas las antiguas juntas parroquiales. Debemos estar listos para enfrentar esta eventualidad. ¿Qué son las juntas parroquiales? Insituciones creadas por el Pacto de Punto Fijo para perpetuar la hegemonía de los partidos, del tráfico de influencias, de los círculos de poder y de la corrupción en las localidades. De esta manera, el sistema de reproducción del clientelismo estuvo blindado durante muchos años. Bajo el varniz descentralizador y democrático (las juntas parroquiales eran elegidas de forma directa y secreta), Acción Democrática y COPEI garantizaron, de esta forma, la perpetuación de su control político sobre la unidad habitacional más pequeña después del barrio: la parroquia. La junta parroquial reprodujo los mismos vicios que las alcaldías, para garantizar, precisamente, que el estado se mantuviera en manos de las mismas mafias de toda la vida y que el ejercicio del poder se mantuviera fuera del alcance del soberano. La realidad que vivimos los venezolanos durante los casi 30 años de existencia de las juntas parroquiales fue desoladora: antros de ineficiencia sin precendente, las juntas parroquiales siempre fungieron como muros de hermetismo, de burocracia y de maltrato cada vez que hemos tenido que acudir a ellas. En vez de ser gobiernos de proximidad, se han caracterizado por ser laberintos de inoperancia, diseñados como tales. Sin recursos propios, no han servido sino de deplorables correas de transmisión de los proyectos comunitarios y solicitudes de los parroquianos, arrastrando los mismos vicios que las alcaldías, de las que eran dependencias. Recordemos que nuestros Estados Latinoamericanos han sido diseñados para ser monstruos de ineficiencia y de corrupción, fácilmente manipulables por las potencias económicas del mundo para sustraernos las materias primas que necesitan a un mínimo precio. Estados ineficientes, corruptos y represivos eran los prototipos ideales para chuparnos la sangre por los siglos de los siglos.
Por lo tanto, pudiéramos colocar al frente de nuestras juntas parroquiales a hombres y mujeres moralmente impecables, irreprochables, pero de nada serviría. La misma estructura constituye una camisa de fuerza que vuelve a los miembros de estas juntas totalmente inoperantes. Por lo tanto, es de gran urgencia construir nuevas formas de gobierno local, ante el inminente madrugonazo que están cocinando las mafias partidocráticas (pertenecientes, por cierto, tanto al partido de gobierno como a los de oposición), aliadas con cogollos judiciales: la restitución de las juntas parroquiales. Debemos destruir el orden viejo y construir nuevas formas de poder que nos permitan auto-gobernarnos, de acuerdo a nuestros intereses colectivos y a nuestras reales necesidades. Recordando las palabras del coloso ruso Mijail Bakunin, “seamos realistas: ¡exijamos lo imposible!”.


Ilustración: Samuel Bravo
(detalla de portada de Pólvora en la calle, número 3, agosto de 2003)

1 comentario:

  1. Ineficiencia y flojera que se destaco con fuerza en el gobierno de la quinta republica al maltratar no dando respuesta a las comunidades y dedicandose exclusivamente a los discursos mediocres de filosofias erradas de la verdadera politica social

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